La alcaldesa de Jaén, a pie de calle

El otro día venía yo de comprar el pan tan tranquilo y me dirigía hacia casa, en las inmediaciones de la Iglesia de El Salvador y del colegio público Alfonso Sancho, para que se sitúen como punto de referencia. De pronto, creí sufrir un espejismo. Me pareció ver a lo lejos a la mismísima alcaldesa de Jaén, Carmen Puri Peñalver. Me quito las gafas de miope con las que cargo desde hace años y me froto los ojos. Tras esta delicada operación ocular, vuelvo a dirigir la mirada hacia el mismo punto de referencia anterior y compruebo sorprendido que no se trata de un espejismo. A poco menos de cincuenta metros de distancia estaba la alcaldesa, en medio de la calle Alfonso Sancho, acompañada de los concejales de Urbanismo, Manuel López, y de Mantenimiento Urbano, Eduardo Castro. También estaba su jefa de prensa. ¡Para que luego digan que los políticos no salen de sus despachos!, exclamo en mi interior. Para mí es tan pintoresco y novedoso ver una alcaldesa o alcalde en mi barrio como a un ateo en misa.

-Qué tal alcaldesa, ¿algún problema?, le pregunto tras los protocolarios y recíprocos saludos entre ambos.

-Es que nos han dicho que hay un bar en esta zona que cada vez que llueve se inunda.

Pongo cara de no tener ni idea. Le comento que los tres bares que hay en esa misma calle, que yo sepa, no han tenido problemas de inundaciones (si bien es verdad que no los suelo frecuentar paso todos los días por sus puertas)

En ese momento Carmen Puri observa con detenimiento cómo algunas zonas de la calle están anegadas y no se puede cruzar de un lado a otro de la calzada. En realidad, mira cómo las irregularidades del asfalto provocan bolsas de agua que no tienen vía de escape y hacen muy dificultoso el tránsito de peatones cuando la lluvia descarga impertinente, como ha sucedido desde mediados de diciembre un día sí y otro también.

Recibe una vaga explicación del concejal, a quien se ha dirigido la alcaldesa. Eduardo Castro cambia algunas impresiones con Manuel López y ofrece una explicación vaga sobre el terreno y el asfaltado.

Mientras tanto, el supuesto bar inundable no aparece. Varios ciudadanos pasan junto a la alcaldesa pero no se detienen. O no la reconocen o no se atreven a pararse con ella. Como parece que no está muy claro el objetivo que se persigue con la visita, aprovecho para hablarle de lo mío, de mi calle Pintor Rufino Martos, quiero decir.

-La verdad, le susurro, es que algunas calles por esta zona hace años que no tienen el disgusto de conocer cómo han podido evolucionar las apisonadoras en los últimos 20 años.

-¿Cuál es tu calle?, me pregunta.

-Pues esa perpendicular a Alfonso Sancho, le señalo.

Nos acercamos a la entrada de la misma la alcaldesa, su jefa de prensa y un servidor. El concejal de mantenimiento y el de urbanismo están mientras tanto en otro asunto.

Carmen Puri ve la calle parcheada en distintas zonas y con hoyos en otras. Los carteles de Gas Natural todavía se ven en algunas vallas metálicas, pues acaban de cerrar las zanjas abiertas de nuevo para instalar sus conducciones.

-Que yo sepa, me atrevo a apuntar, hace más de 20 años que no asfaltan esta calle. Eso sí, de vez en cuando, cuando el paso del tiempo y las lluvias corrompen el andrajoso asfalto, se parchea con tan mala gana y tan chapuceramente que a los pocos días el trabajo no ha servido para nada.

Algo se ha debido oler Eduardo Castro puesto que asoma el gañote y da unas vagas explicaciones de nuevo sobre el parcheo ostensible de la vía.

-Sí, ya lo sé que se ha parcheado, replica la alcaldesa ante tan inoportuna evidencia. Lo que quieren los vecinos es que se asfalte la calle, afirma con un punto de irritación.

-Eso mismo pedía yo, comento a la alcaldesa, a través del buzón del  ciudadano que habéis abierto en la web del Ayuntamiento de Jaén. Hace más de un mes, prosigo con mi explicación,  mandé por ese medio un escrito a la atención de Eduardo Castro en el que resaltaba el estado de la calle y el abandono que sufre desde hace años. Recibí en mi correo electrónico una respuesta burocrática en la que se indica que la consulta había sido registrada con tal número y se facilitaba una clave por si tenía que hacer referencia a esa misma consulta en alguna que otra ocasión.

-¿Tú sabes algo de eso, Eduardo?

-A mí no me ha llegado nada, balbució el edil.

La cara de Carmen Puri expresó contrariedad y la del concejal emitía señales  como de “a mí  que me registren”. Así que opté por un “bueno Carmen no quiero entretenerte más”. Me encamino entonces hacia el portal de mi casa y justo al comenzar a cruzar la calle  tuve la mala pata de dar con mi pie, mi zapato, mi calcetín y mi pantalón en uno de los hoyos encharcados por las lluvias.

¡Menos mal que la crujiente barra de pan permaneció intacta!