Lo que ya sabíamos

El informe de Analistas Económicos de Andalucía para Unicaja, correspondiente al tercer trimestre de 2009, viene a confirmar algo que ya conocíamos: que Jaén, nuestra provincia, seguía en plena recesión durante el verano y el inicio del otoño. Sin embargo, la caída del -3,8 en el crecimiento económico de Jaén está por encima de  lo que los propios redactores del citado informe preveían en su análisis del segundo trimestre (-3,4%), lo que delata a las claras que la profundidad de la crisis es bastante más importante de lo que se podía pensar. 

En la base de la recesión no sólo está la caída en picado del consumo y el ensanchamiento del desempleo, sino que ahonda bastante más en la situación por la que han atravesado (y atraviesan) más de cien mil productores de aceite de oliva de la provincia.  Los precios por debajo de 1,85 euros/kilo para el aceite, que se han registrado desde la primavera hasta bien entrado el otoño, han pasado factura a las arcas de la provincia. Y eso, no sería lo peor si hubiese acabado ahí.

La cruda realidad empezarían a vivirla en su plenitud esas cien mil familias, y por extensión toda la provincia, a partir de este 2010, cuando se haga palpable en el bolsillo de esos olivareros las liquidaciones medias que han estado realizando la mayor parte de las cooperativas jienenses sobre la campaña aceitera 2008/2009: no más allá de 1,90 euros/kilo de aceite, muy por debajo de los umbrales de rentabilidad para que el oro líquido pueda sostener el cultivo en la mayor parte de la provincia de Jaén.

Junto a la construcción o al sector financiero, los precios del aceite, para bien o para mal, marcan todavía el devenir económico de nuestra provincia y, por el momento, señalan la cruz del sector. Si efectivamente no se empiezan a concretar las influencias que sobre el mercado aceitero puedan ejercer las centrales de ventas y se empieza seriamente controlar un buen porcentaje de ese mercado, la situación no variará a mejor para el productor.

En las lonjas y cooperativas de Almería, cuando de madrugada se lleva a cabo la subasta de sus hortalizas, el vendedor no deja salir de las instalaciones ni un solo kilo de producto por debajo del precio fijado para su rentabilidad. Cuando los compradores fijan las pujas por debajo de ese precio que el productor tiene señalado, se acaba la venta. Y no sólo una vez, muchas veces, se quedan cajas y cajas sin vender. Esas cajas van directamente a los contenedores de la lonja o cooperativa para su destrucción. Lógicamente, se trata de productos perecederos que no pueden guardarse.

Es trasladable el ejemplo anterior al aceite de Jaén. ¿Aguantarían los productores un años sin cobrar su cosecha en defensa de su producto?. Y, ¿aguantaría el mercado (los envasadores y distribuidores) sin una cuota nacional del 40% en el almacén? Los defensores del 'almacenamiento privado'  ya han comprobado que no sirve para nada, ¿entonces, porqué seguir demandándolo? Almacenamiento privado, pero de verdad, en las bodegas de las almazaras. Lo demás es marear la perdiz para que todo siga igual.