Aylan, muerte a las puertas

La imagen del niño sirio de tres años, Aylan Kurdi, muerto y varado en una de las principales playas turísticas de Turquía, en su éxodo hacia la culta y vieja Europa, ha sido algo más que una muerte. Su imagen, que ha dado rápidamente la vuelta al mundo, ha llegado mucho más lejos de donde el pequeño Aylan y su familia querían llegar cuando dejaron atrás el infierno de la ciudad kurdo-siria de Kobani.

Su imagen inerte y su posterior explosión viral por todo el orbe han sido un bofetada en todo el rostro de la Europa prometida que, mientras el pequeño se ahogaba junto a su hermano y su madre, discutía en los despachos sin van a ser tanto o cuantos los refugiados que están dispuestos a acoger en los países miembros. Una vergüenza torera. Mientras esa pequeña muerte ocurría en el patio de atrás del Viejo Continente, los representantes europeos se obstinaban en ajustar las cuotas de inmigrantes que cada país debe recibir.

Europa, la Unión Europea, se ha retratado (para vergüenza de todos sus responsables y de todos nosotros) junto al pequeño Aylan. Y lo peor de todo es que esa Europa es la misma que mientras esto ocurría estaba aprobando rescates millonarios del sistema bancario de tal o cual país, o ninguneando los euros que costará a tal o cual país la acogida de miles de refugiados en el mayor éxodo que se está produciendo hacia su territorio este siglo.

Nadie reaccionaba hasta que la imagen del pequeño ha saltado al mundo, pero la tragedia, esta tragedia, hace ya mucho tiempo que está cociéndose a nuestras puertas.

Sin embargo, para vergüenza de la UE y del mundo entero, el mar no ha querido quedarse con el minúsculo cuerpo de este niño. Aunque juez inapelable que ya había dictado su sentencia de muerte para Aylan unas horas antes, nos lo ha devuelto cual cuchillada a la conciencia colectiva de un imperio de neón que se sostiene, a tenor de lo que está ocurriendo con esta crisis, sobre unos pies de barro que no aguantan ni el soplo de un niño. Un niño sirio de tres años.

Desde luego, si esta es la Europa solidaria y humanitaria que estamos construyendo, más nos vale bajarnos en la próxima.