León come gamba

Alberto, el joven valenciano de 18 años aspirante a médico, debe pensar dos días después de los autos que maldito el día en que se le ocurrió presentarse al casting de la nueva hornada de aspirantes a cocineros en ‘Masterchef’ de La 1TVE. O quizás no piense eso. Lo digo porque su ensalada se trocó en cacao mareao cuando al jurado sólo le faltó crucificarle como al de Nazaret. Machacado literalmente, por las calificaciones de mofa, burla o insulto a la inteligencia con Jordi, Pepe y Samantha (jurado) fueron las perlas más suaves que soltaron sobre su ensalada, después de que el joven Ché explicara de dónde venía lo de ‘león come gamba’.

Tras la sarta de improperios y lindezas que el jurado le espetó, a Alberto sólo le quedaba el remedio de las lágrimas, herido en su más adentros, delante de los focos y ante algunos cientos de miles que son los espectadores que suele tener este programa de cocina en la Uno.

Pero más allá de lo estético que pueda quedar en un plato una pipirrana de patata cocida (sin cocer) imitando la cabeza del rey de la selva, con unos bigotillos de azafrán, que se comía unas tiras de pimiento rojo con gambas y gazpacho de tomate y fresa, creo que está la ética de un programa en la tele pública (que pagamos entre todos) que atraviesa cualquier línea roja en pro de la audiencia cual tele de mama-chicho se tratara. ¿Era preciso ese linchamiento del joven aspirante a cocinero ante las cámaras? Personalmente creo que no, por mucho que la patata estuviera sin cocer. Pero la polémica y los escándalos siempre vienen bien para ganar ese minuto de oro al que los responsables de programación aspiran. Incluso, vienen bien para que el personal se olvide de pensar, al menos por unas horas, en  los escándalos nuestros de cada día. Lo de ‘pan y fútbol’ pasó a mejor vida; ahora, ‘pan y reality’ es lo que prima.

Mientras personajes como la Esteban, Kiko o Chabelita sigan ocupando horas y horas de las franjas mejor pagadas no debería ni extrañarnos ni sorprendernos nada.  Ni siquiera que la audiencia siga premiando con su tiempo programas como esos donde hombres y mujeres se pelean por sus viceversas. Ni siquiera que el león se coma a la gamba!!

Al fin y al cabo, el joven valenciano, en sus adentros, sólo debía estar pensando que cualquier arguiñano, haciendo gracias ante la cámara, cobra mucho más que un médico salvando vidas en un quirófano. Y mientras eso pasa y sigue pasando hasta en la tele pública, ¿de qué nos extrañamos? ¿de que el león se coma a la gamba?