En el nombre de Teresa

Dejad de criminalizar a una profesional de la sanidad que no es responsable del cúmulo de desmanes políticos que se han cometido por la crisis del Ébola (por cierto, el evocador nombre de un río de la República Democrática del Congo que ha contagiado su nombre a un mortífero virus).

Dejad, los políticos que gobiernan, vuestras miserias verbales (“mintió”, “ocultó información”) para tapar la vergüenza de vuestra ineptitud como dirigentes con la única pretensión de quitarse el muerto de encima.

Dejad la información sensacionalista y amarilla que se ha apoderado de algunos medios escritos y visuales con tal de aumentar las ventas o de ganar unas décimas en la lista de los programas con mayor audiencia. Ya no se trata de informar y formar a la opinión pública sino de difundir algo que los demás no tienen.

Dejad de atosigar a los vecinos que con tanto desconcierto se preguntaban con el rostro desencajado si podían tocar el botón del ascensor de la comunidad. Unos vecinos a los que no he oído una sola palabra de consuelo, de compasión, de solidaridad con la enferma que se presentó voluntaria para auxiliar a dos muertos vivientes (un misionero y un cura médico).

Dejad de mangonear con la sanidad pública por cuyos recortes se despide a personal y desaparecen unidades médicas. Como las infecciones han desaparecido del mapa, pues para qué vamos a costear un servicio especializado para infecciosos.

Dejad la hipocresía manifiesta por la que nadie se ha preocupado de las más de tres mil muertes que el virus ha causado en África, puesto que este continente no forma parte del mundo civilizado. Por eso todo nos ha importado un bledo hasta ahora.

Dejad los egos personales para que la ministra de Sanidad y el consejero de ídem de la Comunidad de Madrid puedan dimitir con un mínimo de decencia cuando se haya resuelto esta molesta crisis. Me refiero a la provocada por el maligno virus en un momento de tantos y tan buenos resultados macroeconómicos.

Dejad de mentir.

Dejadla en paz, en el nombre de Teresa Romero. Ojalá no tenga que escribir descanse en paz.