Pobreza anímica

La crisis económica y social que sufrimos esquilma poco a poco nuestros bolsillos, paraliza nuestras iniciativas, congela el optimismo mediterráneo y emborrona de negro nuestro futuro. Sin embargo, con ser todo esto de una trascendencia cotidiana, hay algo que me preocupa sobremanera: la crisis ha atenazado nuestro pensamiento, nuestra forma de comprender el mundo y de comprendernos a nosotros mismos. No oigo más que palabras abstractas que condicionan nuestra existencia: los mercados, la bolsa, el euríbor, el decrecimiento, déficit, superávit, rescate, deuda. Lo económico y la economía invaden nuestro cerebro, indefenso ante un ejército tan poderoso de palabras que doblegan nuestra voluntad. Y me pregunto, ¿adónde están los pensadores? No los analistas de los medios de comunicación, ni los economistas, ni los librecambistas de las ideas, sino aquellos que en épocas de desencuentro moral guían con su pensamiento a la sociedad.

Antes, no hace tanto, existían ricos y pobres, como ahora y siempre. Frente al capitalismo, pensadores como Marx, Engels o Lenin difundieron una ideología que no sólo se plasmó en los libros sino que sirvió de orientación a muchos pueblos para luchar contra la marginación de los más desfavorecidos. Y sabemos que esa ideología fue utilizada finalmente para convertir a la dictadura del proletariado en un poder autocrático de consecuencias tan nefastas como el capitalismo al que se quería combatir.

Entonces, ¿es que frente al capitalismo de los mercados no hay una alternativa ideológica? ¿Cómo puede ser que en un país con más de 4 millones de parados no se haya producido una revolución social? ¿Cómo en un país, en el que la juventud mejor preparada de la historia no encuentra trabajo, los jóvenes se conforman (y generalizo) con vivir de la sopa boba de sus padres por que no encuentran un trabajo seguro, ni digno, ni acorde con los estudios y preparación que tienen? ¿Cómo es posible que un país con un parque de viviendas tan obsoleto haya más de un millón de viviendas nuevas sin vender por la especulación? ¿Como es posible que el nivel adquisitivo se degrade cada vez más y no haya un explosión de indignación? ¿Cómo es posible que permanezcamos impasibles ante tanto desasosiego? ¿Adónde están los pensadores, los que nos defiendan de tanta miseria ética, de tanta pobreza anímica? ¿Adónde se ocultan los que deberían construir un futuro más digno? ¿Adónde nos conduce esta inapetencia por mejorar el mundo que nos rodea y nos devora? ¿Tendremos que arrepentirnos en esta generación no tanto de las acciones de la gente perversa sino de los pasmosos silencios de la gente honesta?

Definitivamente no tengo más que preguntas y dudas. Si alguno de ustedes tiene las respuestas, por favor no deje de hacerlas públicas.