Huelga: Empate técnico

Sindicatos convocantes y gobierno socialista están agotando la jornada histórica del 29-S (la primera huelga general que UGT y CCOO montan a Zapatero) con la sensación de que se cierra con el sabor agridulce que ambos esperaban. Esa hipótesis de que ambos protagonistas, en el fondo, no querían hacerse daño, parece que al final ha triunfado. Ninguno de los dos ha querido hurgar en la herida del contrario con sus valoraciones: el Gobierno, efecto moderado; los sindicatos, seguimiento del 70%, pero sin profundizar en las heridas infligidas a un Gobierno amigo hasta hace unos meses.

Todo lo que hemos oído hoy y en los últimos días, tanto de Felipe López (delegado del Gobierno Andaluz en Jaén), no queriendo calificar el escaso seguimiento de paro entre los empleados de la Junta (un 3,5%), como de Paco Reyes (secretario del PSOE jienense), defendiendo hace unos días a los sindicatos ante el ataque que sufrían desde la derecha y sus círculos mediáticos, parecen abundar en lo que podríamos calificar de empate técnico en cuanto al resultado de lo que ha sido el seguimiento del paro de hoy 29 de septiembre.

Un empate técnico sostenido en las premisas de que los socialistas gobernantes, aún no apoyando la huelga porque esa era su obligación, tenían que salvar el escollo de que la opinión pública los metiese en el mismo saco que al PP, la patronal y los grupos mediáticos que durante las últimas semanas han estado oponiéndose a la convocatoria. Un equilibrio difícil el que ha tenido que ejercitar estas semanas oponiéndose con la boca chica al paro convocado por un sindicato ‘hermano’ como es la UGT, pero poniendo otra vela al diablo para que esta huelga no tuviera un seguimiento masivo que supusiera una estocada de muerte a Zapatero (a esta hora, el Gobierno central tien ya en su poder los datos calentitos -no hechos públicos- de que el seguimiento no ha pasado del 20% en todo el país, un porcentaje que abunda en ese deseo de empatar).

Y un empate técnico porque desde la otra banda, los sindicatos, aún reconociendo que no va a venir otro Gobierno con el que se encuentren mejor que lo han estado con Zapatero, no tenían más remedio que convocar la huelga general contra Zapatero porque, en caso de no hacerlo, la ya bastante cabreada parroquia habría terminado dándole la espalda definitivamente. Así, el 29S se jugaban algo más que la rectificación de la reforma laboral: su futuro también estaba hoy en el aire.

Como suele pasar en estos casos, con el empate técnico todos se reparten los puntos y nadie pierde. La cuestión ahora sería, ¿quién ha ganado?