Recortes: Agravio histórico
Llueve sobre mojado. La decisión del Ministerio de Fomento de paralizar los trabajos de la autovía A-32, la que debe unir la provincia con el Levante español, es un duro golpe que no hace más que hurgar en la herida de uno de los mayores agravios que viene sufriendo Jaén desde hace décadas. Desde que allá por 1965, es decir, hace casi medio siglo, el anterior régimen paralizó de forma vergonzosa e inexplicable la línea férrea Baeza.-Utiel (con el agravante de que la mayor parte de las infraestructuras ya estaban listas), había un consenso político y social de que la autovía del Levante, la que debe unir Linares con Albacete, era la mejor forma de resarcir semejante atropello.
Pero, ya en la etapa democrática, esta autovía durmió demasiado tiempo en los cajones de una Administración insensible que anteponía las estadísticas sobre densidad de tráfico al desarrollo económico y social de algunas de las comarcas jiennenses más castigadas, como son La Loma y, especialmente, Las Villas y la Sierra de Segura. Durante los ocho años de gobierno del PP el proyecto no sólo no avanzó sino que incluso estuvo a punto de irse al garete por la decisión de algún iluminado de realizar un nuevo estudio informativo para desviar la autovía por el norte de la provincia (El Condado) hasta conectar con la comarca manchega del Campo de Montiel, en Ciudad Real. Como era lógico, esta idea no hizo más que alentar el enfrentamiento entre territorios, y el Gobierno, mientras, ganaba tiempo para seguir instalado en la inactividad.
Finalmente, las aguas volvieron a su cauce y el proyecto retomó el trazado original, que discurre por la antigua Nacional 322 Córdoba-Valencia. Con la llegada al gobierno del PSOE parecía que la autovía empezaba, por fin, a coger forma. Y de hecho, al menos se logró desbloquear el proyecto y se iniciaron, con demasiada lentitud, los primeros tramos, entre Linares y Úbeda. Convendría ahora recordar la retahíla de halagos que toda la corte socialista de la provincia lanzó entonces a la “sensibilidad” y el “compromiso” del gobierno de Zapatero con esta provincia. Pero el sueño duró poco.
Ha bastado con poner en marcha los primeros recortes forzados por la situación económica del país para que, una vez más, la autovía A-32 sea la hermana pobre. Y no sólo de la provincia, sino de toda Andalucía, pues de hecho ha sido el único proyecto paralizado en la comunidad. El recorte no afecta sólo, como se ha dicho, a los tres tramos entre Úbeda y Villanueva del Arzobispo (por cierto, sí que hubo prisas para expropiar y cortar miles de olivos ahora irrecuperables) sino que se enfría también ( y no se sabe hasta cuándo) el resto del trazado, es decir, desde Villanueva al límite de la provincia de Albacete, con el mazazo que eso supone para la Sierra de Segura, que sabe mucho de afrentas históricas.
¿Dónde están ahora los que sacaban pecho con la ejecución de esta autovía? ¿de qué ha servido el Plan Activa? ¿dónde están también los alcaldes de estas comarcas, a los que apenas se ha oído lamentar este nuevo expolio? Es evidente que a Jaén le ha faltado peso político en Madrid (o en Andalucía, si es que Fomento ha negociado antes con las comunidades los recortes) pues no se entiende que se hayan priorizado obras en provincias y comunidades más ricas y sin tantos desequilibrios. Dicen los voceros del partido en el gobierno que será una obra prioritaria cuando se acaben los recortes, faltaría más. Y se congratulan de que Despeñaperros no haya corrido el mismo camino, ¡vaya consuelo! Aquí, ya se sabe, el que no se conforma es porque no quiere.
Parece claro, en definitiva, que las comarcas más orientales de la provincia, los pueblos de Cazorla, Segura y Las Villas, y también los de La Loma o Mágina, van a seguir instaladas en su marginación histórica. ¿Qué más hace falta para una rebelión ciudadana?